Las relaciones humanas se fracturan y desgastan inevitablemente en una vida tan intensa, de tantas ocupaciones, de lucha despiadada por la supervivencia y el éxito….
Las instituciones privadas se fragmentan, pierden la fuerza vital que le brindaba el trabajo individual de cada miembro ya no puede entregar sin retaceos…
Los encuentros se minimizan en el tiempo y se maximizan en el lapso…
Así como la familia pierde espacios de unión y convivencia, atrapada por preocupaciones y actividades diversas, la sociedad ha olvidado el placer de “la visita”, la charla amena con horas para el disfrute nutritivo, el enriquecimiento mutuo…El tiempo de los paseos se acota, un pic-nic familiar es una perlita acunada en el recuerdo…la promesa del encuentro del grupo de amigos se dilata….se anuncia y se posterga….hasta que, quizá, se olvida…¿Sabemos claramente cuánto perdemos con ello?…
Sin embargo…cuando por una ocasión, a veces obligada, otras determinada por el afuera, podemos encontrarnos con “los otros”…renace en el ser humano esa posibilidad de comunicación, resucita la sensación de valoración, se derriban las fronteras de las urgencias, y se ensancha el corazón y el alma, al darnos cuenta del valor inconmensurable que tiene el otro ser humano…se recupera, al fin, el grato juego del dar y el recibir alma a alma, palabra a palabra, corazón a corazón…
Y el tiempo se hace pequeño para disfrutarlo y largo en el “adentro” justo aquí, en el pecho…y nos prometemos y comprometemos a repetirlo, concientes del valor nutricio que otros espíritus, tan distintos y tan iguales, pueden brindarnos…
Alerta, amigos, a estos momentos…son mejor que cualquier remedio para el stress, más ricos que el mejor de los postres…nos dejan la mente en paz y con apetencia de continuar en contacto con otros seres humanos que, como nosotros, sumidos en la vorágine del siglo veintiuno, llegamos a olvidar la importancia de contactarnos como personas, desde ese lugar profundo que nos hace, precisamente, personas….Alerta: sólo nosotros podemos ser artífices y partícipes de algo tan importante, que dejamos perder por urgencias de la vida cotidiana…A veces, ese encuentro lleva minutos…pero significan años de goce para el alma.
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