A Miguel Hernández en el centenario
De su nacimiento
Cien espigas de ausencia en tu mirada,
cien silencios de mar bajo tu muerte,
cien sombras en tu piel para saberte
pájaro azul prendido en la alborada.
La tierra, como zarpa enamorada,
te arrebató del mar para tenerte,
y vienen del olvido, para verte,
gritos de amor sobre tu piel callada.
En la tierra se escucha tu alma herida
como el clamor del viento en la mañana
o el aire de tu ausencia arrepentida.
Como un silencio alado de campana
te floreció la tierra agradecida
cien trigales de luz en tu besana.
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