En la vida, todos estamos expuestos a cometer errores y, sobre todo, aquellos que realizan labores de compromiso social o trabajos de cara a los demas. Solo aquellos que permanecen inactivos, aquellos que no hacen nada, estan excluidos de cometer esos errores. Sin embargo, a veces, solemos tener mas en cuenta el error que la omisión, es decir, aireamos mas-quiza por que nos conviene-el error que se haya podido cometer dentro de un trabajo o de un compromiso de servicio o labor social, que la continua apatía, dejadez u omisión de algunos en cualquier tarea de apoyo comun o actividad social; la mayoría parapetados tras el silencio y otros escudados en las palabras edulcorantes e hipócritas. Estos siempre pasan desapercibidos
Muchas veces el servicio a una sociedad se demuestra en las pequeñas cosas, en los cotidianos granitos de arena, que en la mayoria de las ocasiones suelen quedar ocultos a la visión selectiva de los interesados, en la disposición a colaborar, en las iniciativas, en la tarea diaria. En toda esta labor ha existido, existe y axistirá siempre el riesgo del error. Pero la solución no debe estar en cebarnos con ese error, si no en repararlo de una forma eficiente y apacible a la vez, de forma tal, que la persona que lo comete, sea consciente del error cometido pero tambien capaz de superarlo con humildad y orgullo. Nada mas lejos de la realidad y de lo conveniente, tratar de sembrar un sentido de culpabilidad pública que pueda dejar dañada su dignidad personal. Las heridas se deben curar y cerrar y no al contrario.
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