Yo era niño de un barrio de pueblo, de calles de piedras, de
pozos y poyos en las puertas, de “poyaltas” en las ventanas con tiestos de
flores. Yo era un niño de calzona de pana y tirantes de goma, de cabal y catón,
de enciclopedia Alvarez, de pizarra y pizarrin, de juegos en la plaza, en el campo, en las esquinas al
anochecer. Mi barrio era mi calle y era
siempre un encuentro de vecinos con las manos tendidas, un ir y venir de
silencios y palabras, ondas sonoras de la radio a la luz del anochecer o escapadas
infantiles en las calurosas tardes de verano huyendo del “tormento” de la
siesta. Yo era un niño de escuela al dictado, de caja de zapatos con gusanos de
seda y hojas de morera, de picos de cigüeña y panes y quesitos, de manos frias
en mañanas de invierno por romper el carámbano
de los arroyos. Yo era un niño del “buenos dias tenga usted” y del “que usted
lo pase bien”, del prietas las filas y el caralsol, de primera comunión con
traje prestado, pero de nueva y flamante ilusión Yo, cuando era niño, siempre volvía a mi barrio,
que era mi calle, y me gustaba aquel olor a azahar, que venia de… no se de donde, y el olor a estiércol de campo y
aquel olor a tierra mojada después de una lluvia. Recuerdos de cuando tu y yo, compañero
de mi generación, fuimos niños...¿Te acuerdas?
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